El día miércoles 14 de agosto, expuso el profesor Jaime Alarcón abordó el tema “La Voz profética en contextos religiosos de indiferencia. La circularidad del tiempo profético como donador de sentido para contextos de adversidad”. La religión en la postmodernidad se incrementa, pero no se fortalece la religión institucional. Hoy día la religión está diluida en todas las expresiones artísticas y culturales, el ser humano se torna autónomo, hedonista e individualista. Y construye su identidad mediante sus redes sociales virtuales de la internet. Al encontrarse la religión diluida no religa al ser humano. La denuncia profética se encuentra expresada en el arte, pero no impacta pues se la ha sacado de su contexto vital, que es la denuncia religiosa.
La postmodernidad nos confronta con la crisis de los metarrelatos, y especialmente con el de la historia lineal que se proyecta hacia un progreso futuro, hoy día prevalecen los microrrelatos, y es desde éstos que debemos buscar el sentido a la vida. La crisis de los metarrelatos también ponen en cuestionamiento la concepción de la Historia de la Salvación, la que muchas veces se interpreta en forma proyectiva desde un presente pecaminoso hacia un futuro de santidad. De aquí la importancia de valorar la concepción cíclica del tiempo que tenían los profetas. A diferencia de la cosmovisión postmoderna, los profetas concebían el tiempo en categorías míticas, los textos bíblicos al ser míticos, se evocan a través del rito y la palabra que los consagra, para que vuelvan a “acontecer”, por eso no se agotan. Para el profeta el pasado está en su ‘frente’ y éste da cuenta de su presente, al confrontarse ambos surge la conciencia de una acción correctiva dentro del presente. El futuro el profeta lo tiene a sus espaldas, no lo puede ver con claridad, porque éste tiene relación con el misterio de Dios. El ser humano no puede construir el Reino de Dios, el que habría que interpretarlo como ‘reinado de Dios’ para evitar cosificarlo, porque es Dios quien lo trae al presente del ser humano. La escatología nos habla no de las cosas finales, sino de la “nueva creación”, y esta nueva creación irrumpe, por la acción divina en el presente del ser humano. Convulsionando el presente con la justicia, la gracia, la liberación, el perdón revelado a los profetas en sus oráculos.