Predicación del Prof. Jaime Alarcón: Sueños, esperanza y compromiso con la vida

Texto Base: Mateo 1,18-25
Prof. Jaime Alarcón V.

Sermón predicado en el culto de clausura y acción de gracias  por el año académico 2015
Sede Regional de Concepción.

Introducción
Soñar un mundo mejor, hoy día, resulta una misión imposible. La desesperanza de un mundo con sus utopías en crisis es cada día más intensa, debido a la imposición de un sólo sistema de vida globalizado, que prácticamente amenaza uniformizar culturalmente a toda la tierra. Más que a soñar, ahora, se nos invita a despertar a una realidad sin alma y a vivir sin sueños, para así disfrutar intensamente – como se pueda – de las bondades materiales del presente sistema consumista.

Sin la capacidad de soñar un mundo mejor, nos tornamos más infelices, más apagados, más angustiados. Una investigación realizada por una Escuela de Psicología, reveló que los chilenos, hoy día, son menos felices que los de épocas anteriores. ¡Hemos perdido la capacidad de soñar y nos hemos convertido en personas melancólicas, aburridas, angustiadas y con un fuerte sentimiento de frustración!

Quisiera que meditáramos en torno a un sueño, hecho realidad, un sueño soñado por todo un pueblo e incluso soñado por la mente de Dios, me refiero al nacimiento del niño-Dios, nacimiento que fue posible gracias al valor y decisión de José el carpintero, quién hizo la opción de ser el padre de “Jesucristo, nuestro Salvador.”

 
1.- El miedo e inseguridad de enfrentar los desafíos que nos presenta la vida

El ser humano, además de ser un “ser social”, se le puede definir como “un ser esperanzado”. Es a través de la esperanza que el ser humano es impulsado para abrir caminos en la vida y, así construir la historia.

Cuántas veces nos hemos hecho la pregunta: ¿para qué vivo? ¿Para qué trabajo? ¿Para qué estoy en este mundo? Y las respuestas a estas preguntas existenciales o, nos animan a vivir un vida intensa, o nos sumergen en la desesperación de no saber para qué vivimos.

Así como el ser humano tiene conciencia de que es un ser mortal, también tiene conciencia de vivir una vida que le reclama una trascendencia, que es una forma de vida que va más de allá de una vida narcisista (egoísta) y hedonista (placentera). La vida con sentido es una vida eminentemente relacional, centrada en Dios y en nuestro prójimo.

La cultura judía tradicionalmente se define como una ‘cultura patriarcal’. El rol del hombre como jefe y guardián familiar es socializado por las enseñanzas de la familia. Es decir, al hombre y la mujer se le enseñaba a vivir y pensar dentro de los cánones y valores permitidos por su sociedad. La deshonra del hombre y la mujer en esta cultura era procrear un hijo fuera de las normas del matrimonio. José junto a su prometida María, se confrontan con estas normas sociales, y con la ayuda de Dios deben buscar la solución para tan grave problema relacionada con el honor y la deshonra del hombre.

El evangelio de Mateo centra el nacimiento de Jesucristo en la óptica de José su padre y no en María, a diferencia del evangelio de Lucas.  Mateo está predicando a una iglesia judeo-cristiana y por esto presenta su evangelio desde una perspectiva patriarcal. Pero Mateo sutilmente se ríe de este patriarcado representado a través de los personajes principales, Jesús y José, quienes encarnan un modelo diferente de ser hombre, una masculinidad diferente. Emplea símbolos genealógicos que le ayudan a ‘historizar’ la fe en medio de una historia de desesperanza de su pueblo. La genealogía del capítulo 1:1-17  comienza con la promesa a Abraham y termina finalmente en Jesucristo, también hijo de Abraham, pero Jesús es el nuevo modelo de  humanidad, y también un nuevo modelo de masculinidad.

El hecho social es que José estaba comprometido en matrimonio con la joven María, acontecimiento que marca definitivamente su paso a la etapa de adultos a los 12 años de edad. Pero los acontecimientos programados de la vida, son interrumpidos por una noticia inesperada para el joven José. María su prometida está embarazada y el padre de la criatura es alguien desconocido. Según la joven María está embarazada del Espíritu Santo, sin embargo, José no está convencido de esto y siente la deshonra que le restringe su vida. Esta información nos lleva a un nuevo escenario, pasa de la descripción histórica y social al terreno de la fe, del honor y de las emociones. En las manos de José está el futuro de la realización del plan salvífico de Dios, de sus decisiones y acciones dependerá el éxito o fracaso del plan salvífico.

El texto nos dice que el joven José era ‘justo’. Habría que añadirle las cualidades de misericordioso y protector, pues, él ama realmente a María y no desea denunciar su aparente infidelidad, y romper definitivamente su compromiso con ella. José tenía dos alternativas: Una, actuar de acuerdo con los valores socializados de la ‘masculinidad hegemónica’ de su época, denunciando a María por infidelidad, aplicándosele a ella la pena de muerte por adulterio, salvando así el hombre su honor (Cf. Lv 20,10). La segunda opción, dejarla y enfrentar la deshonra. Es por eso que había tomado la decisión de dejarla secretamente. Tal vez José había pensado emigrar, o mejor dicho huir, a otra región de Palestina, para no cumplir con su compromiso de matrimonio y, así, evitar la vergüenza social (deshonra) en medio de su familia y conciudadanos.

El texto refleja un gran miedo por parte de José, miedo a la crítica de su entorno social, miedo a su ira de macho traicionado que generaría la violencia al enfrentar a una mujer aparentemente infiel, miedo a tener que reconocer a un niño que biológicamente no es suyo. Para José su futuro se había acabado, él solo veía desesperanza y angustia ¿Cuántas veces nos hemos sentido así como José? Sentir que nuestro futuro se hace negro, sentir la angustia del temor que nos impide enfrentar nuestros problemas con la cabeza fría y con fe. La solución para estos temores y angustias no está en el plano racional y la autosuficiencia humana, la solución está en la fe y la esperanza.

Según las enseñanzas del psiquiatra Víctor Frankl, cuando los valores trascendentes de la vida (Valores creadores; valores vivenciales; valores de actitud) se ven amenazados, las personas se abandonan al sin sentido y a la muerte[1]. José como carpintero estaba, por su oficio, obligado a interactuar con mucha gente para contratar sus servicios, al sufrir esta deshonra su trabajo seria afectado seriamente, pues, nadie contrataría los servicios de un hombre sin honra, es decir, aquí los valores creadores y vivenciales estaban seriamente afectados.

¿Tendrá José fe para enfrentar la vida desde una nueva perspectiva, desde la esperanza? Sabemos que José, humanamente, había optado por el suicidio social, ‘emigrar’ a otras tierras donde nadie lo conociera para ‘sobrevivir’. Sin embargo, Dios no permitiría esto, y se comunica con el angustiado José para comunicarle sus propósitos y devolverle la esperanza.

Pero un sueño va a transformar su derrota en victoria, para qué huir si puede reconocer a ese niño como su hijo, para que huir si él puede criar a un niño no como a un simple infante hijo de su época, sino que puede hacer de él todo un salvador, todo un libertador (Yoshua). Jesús será reconocido como el carpintero, el oficio de su padre. El Evangelio de Mateo centra la genealogía de Jesús, bajo la línea davídica, siendo José un eslabón importantísimo en esta cadena que relaciona a Jesús con el reinado.

Este sueño de liberación era un sueño antiguo en la historia de Israel, ya lo había soñado el profeta Isaías (Is 7,14) ochocientos años antes, y en todos estos siglos se había anhelado una libertad que nunca Israel pudo gozar por las circunstancias históricas opresivas de su entorno.

José había vivido estas circunstancias opresivas bajo el Imperio Romano, y ahora este niño abre los caminos de esperanza, que el peso de los siglos y las circunstancias históricas habían sepultado. Ahora él como carpintero, hombre asalariado puede ver la vida adversa de su época, con ojos de esperanza, con ojos de liberación.

Y despertó e hizo como el sueño le indicó, ahora despierto, consciente de su realidad decide hacer concreto, histórico su sueño. Y acepta al niño y a María, su madre, para ahora ser él el padre no sólo de un niño; sino el padre y forjador del carácter de un libertador (Yoshua).

 2.- La muerte social o la vivencia de los valores trascendentes

¿Cuáles son nuestros sueños? ¿Están ellos relacionados solamente con nuestro bienestar individual? ¿Cómo, a través de lo que soy, los demás que me rodean están involucrados? Estas y otras más, son interrogantes muy importantes de responderse al buscar un sentido a nuestras vidas. Recordemos que Jesús nos enseña en los evangelios que: “más bienaventurado es dar que recibir”. Esto significa que la felicidad la encontramos cuando nos atrevemos a salir de nuestro individualismo para encontrarnos con nuestro prójimo, el que también es “imagen y semejanza de Dios”.

El ángel del Señor le habló en sueños a José, ‘no tengas miedo…’. Hay un gran problema, una gran dificultad enfrente de ti, pero sé valiente Dios está contigo. El sueño de José lo hace recuperar la memoria histórica de su pueblo, memoria acuñada durante siglos de desesperanza y aflicción. Ya el profeta Isaías lo había anunciado: El Emmanuel – Dios con nosotros – vendrá a traernos paz, consuelo, fortaleza y esperanza (Cf. Is 7,14).

El sueño de José se hizo un sueño colectivo, y los sueños colectivos son peligrosos para todo sistema, así como nos dice el poeta:

“Sueños soñados solo, son sólo sueños;
Sueños soñados juntos, se hacen una realidad”.

José se aferró a la esperanza mesiánica de su pueblo y despertó con fe y decisión para hacer la voluntad de Dios.  No pidió explicaciones a María para saber quién era el padre de la criatura, sino que simplemente lo aceptó como a su propio hijo, pues en el niño está la esperanza de ver renacer la libertad personal y colectiva de todo su pueblo. De esta manera, José recuperó la esperanza, a través de la apropiación de ‘valores de actitudes’, que le hacen darle sentido a su dolor. Ya no le importa, ni le hiere la crítica de su sociedad, su dolor es soportable porque sirve a un propósito mayor, él será el forjador del espíritu, la personalidad y el carácter del futuro Mesías, que con su vida redimirá a toda la creación.

José es el símbolo de un nuevo hombre, de una nueva masculinidad porque no actuó guiado por sus celos de novio engañado, no actúa guiado por su ‘honor de macho herido’, no actúa por su egoísmo de un amor mal comprendido que sólo busca satisfacerse a sí mismo. José, por la fe, se aferra a la esperanza de su pueblo. Un niño vendrá y el Mesías irrumpirá a través de él.

3.- La Vida con Sentido en el Amor

Nuestros sueños solo tienen un sentido constructivo, en la medida que nos impulsen a construir una vida de servicio hacia los demás, solamente en esa dirección vamos a construir una vida inmensamente feliz. No estoy diciendo que el éxito económico de la vida, es lo que me produce felicidad, tener éxito económico no es sinónimo de felicidad.

Cuando Dios me usa para ser una agente de cambio, de liberación y de sanidad para otros y otras, entonces mi vida tiene y adquiere un sentido trascendente para mí. Mi espiritualidad y mi felicidad es una dimensión de vida eminentemente relacional en dependencia de Dios y de mi prójimo.

Una vida individualista me conduce por un camino de deshumanización, el cual solamente me va a proporcionar infelicidad y soledad. Y las enseñanzas de Jesús en los Evangelios, me conducen por el camino correcto, por el camino del encuentro y servicio diacónico con mi prójimo. “Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia”.

A una persona que vive en medio de una sociedad con fuertes crisis de esperanza, no le queda otra salida que refugiarse en valores superficiales los que generalmente están asociados con el materialismo, el consumismo y un exacerbado individualismo. Valores que la propia sociedad establece como norma para alcanzar un estatus social y un reconocimiento. Todos reconocemos que vivimos en medio de una sociedad con una fuerte crisis de valores, el hedonismo nos impulsa a buscar el placer como un valor intransable, que se debe lograr a como dé lugar.

Ante lo expuesto anteriormente, la Biblia nos enseña los valores trascendentes que nos devuelven el verdadero sentido de la vida. Así como José fue capaz, con la ayuda de Dios, de transformar su realidad adversa que lo destruía en la deshonra en medio de una cultura machista y patriarcal, descubre en Dios la esperanza de darle a su dolor un sentido trascendente. Sus vecinos y conocidos, su familia, igual se reirían y burlarían de él, pero ya ese dolor no importaba, pues, su misión en la vida era ser el formador y forjador del carácter del Mesías que redimiría al mundo y a la creación.

Conclusión

Estamos terminando un año académico, y ustedes hermanos y hermanas que egresan y se titulan, hoy día, terminan un sueño hecho realidad. No eligieron una carrera que les va a prodigar riquezas materiales, eligieron una carrera que les llevará a anunciar y alimentar la esperanza en un mundo de desesperanzados, eligieron sanar a los heridos por la frustración de un sistema económico sin alma, eligieron liberar a los oprimidos por un sistema consumista que somete a la esclavitud a las personas por las deudas. Eligieron defender la vida en medio de un mundo que sólo sabe de muerte. Así como José ustedes decidieron darle un sentido trascendente a sus vidas, a través de la fe. Y en la medida que permanezcan fieles a sus principios, sus vidas experimentarán la felicidad que solamente Jesucristo sabe dar. ¡Que Dios les bendiga! Amén.

[1] Víctor E. Frankl. En Busca de sentido, p.27.