Conferencia: El trabajo como co-creación junto a Dios

El profesor Jaime Alarcón, decano de la CTE de Chile, ofreció la conferencia: El trabajo como co-creación de Dios, bajo el sub tema: Perspectivas Éticas cristianas para la dignificación del trabajador/a, en el consejo de pastores de la Comuna de La Cisterna.

Introducción
Como cristianos/as es importante reconocer y valorar que el trabajo y la dignidad del trabajador (hombre y mujer) están explícitamente tratados en los textos bíblicos desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Aspectos que nos debería llamar la atención para comprender que dice y como se considera el trabajo en la Biblia. Nos proponemos dar una breve visión panorámica de algunos textos bíblicos en su vinculación con el trabajo y destacar la perspectiva de la Ética-bíblica respecto del trabajo.

Hoy día, generalmente, se pretende valorar el trabajo desde su perspectiva ‘productiva’, pero se deja de lado el aspecto de la ‘acto del trabajo’ como una instancia que apunta hacia el sentido de la vida de la persona, a través del trabajo. La Biblia valora ambos aspectos y considera al trabajo como una bendición que dignifica al ser humano.

1.- Un Dios creador y trabajador.
Lo primero que deseo resaltar son las imágenes antropomórficas de Dios empleadas en el libro del Génesis.
El primer relato de la creación, Gn.1:1-2:4ª, perteneciente a la fuente Sacerdotal (P) originada en el exilio babilónico, describe a un Dios creador que creó el mundo y la vida sobre éste, en seis días, descansando (descansar, cesar, hacer huelga). Dentro de este contexto debemos tener presente la creación del ser humano (hombre y mujer) a imagen y semejanza de Dios. En contexto histórico de Imperialismos y esclavitud, este relato se constituye en una protesta subversiva con la opresión imperial babilónica, que somete la vida y el trabajo humano a esclavitud. También destacamos el acto comunicativo y creativo de Dios, a través de la palabra bará’ (decir y crear a la misma vez), la creación como acto y producto creativo de Dios surge a través de un acto comunicativo, implicando que el trabajo y la comunicación están muy relacionados.
El segundo relato de la creación, proveniente de la fuente yahvista originada a partir del siglo X a.C., describe a Dios como un artesano de la greda que forma con sus propias manos al ser humano del polvo de la tierra.
Estos textos nos describen a Dios como el primer trabajador, y que a través del fruto de su trabajo, surge toda la creación incluida la vida animal y humana.

2.- El ser humano creado como un trabajador y co-creador.
El relato yahvista de la creación también destaca el trabajo humano, enfatizando que no había ser humano para labrar  la tierra, enfatizando que el trabajo humano es lo que da sentido a la creación de la tierra. Luego este relato con fuertes énfasis antropomórficos nos describe el acto creativo en conjunto entre Dios y el ser humano. Dios crea los animales y los presenta al ‘adam  (ser humano) para que les ponga nombre. Enfatizando con esto el acto de co-creación del ser humano junto a Dios.
Podemos observar en estos textos el profundo valor de la dignidad humana y del trabajo. Tanto Dios, como el ser humano imagen y semejanza de Él, juntos encuentran su razón de ser a través del trabajo. Los textos hacen mención tanto a la valoración del ‘acto’ de trabajar, como una forma de darle sentido a la vida a través del trabajo. Es decir, el ser humano se dignifica a través del trabajo, y a su vez dignifica a la creación de Dios. Por otro lado, Dios invita al ser humano a concretar el acto creador iniciado por Él, otorgándole el ser humano un nombre a cada criatura creada. Es decir, a través de la palabra y de la nominación y clasificación de las criaturas de la creación, surge aquello que llamamos de realidad, que no es otra cosa que un mundo interpretativo o conceptuado .
Por otro lado, lo textos resaltan el valor del ser humano creado en libertad y poseedor de una alta dignidad, por ser imagen y semejanza de Dios.
El texto de Gn 3,17 “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.” (VRV60). Sin profundizar demasiado en los aspectos exegéticos de este texto, debemos resaltar que no estamos frente a una ‘maldición del trabajo’, como tradicionalmente se ha interpretado. Es cierto el texto destaca el aspecto doloroso que el trabajo supone en la vida del ser humano, especialmente en la época bíblica donde el trabajo no estaba tecnificado como hoy día. Este aspecto doloroso no podía ser el plan inicial de Dios sobre la humanidad, sino que esta situación dolorosa del trabajo es la consecuencia del pecado cometido por el ser humano. El texto culmina con la indicación de la muerte como final del trabajo humano. Lo que se considera como castigo del pecado no es el trabajo sino el final que esperaría al hombre/mujer sin la redención. La frase «con el sudor de tu  rostro comerás el pan» quiere contraponer la nueva situación de la vida fuera del paraíso. Allí había abundancia de todos los medios de vida producidos directamente por la tierra. Ahora habrá que trabajar la tierra para poder comer. Eso mismo indica la frase con que se describe la expulsión de Adán y Eva del paraíso: «y le echó Yahvé Dios del Jardín de Edén para que labrara el suelo de donde había sido tomado» (Gen 3,23) .
Esta perspectiva sombría del yahvista ha sido modificada sustancialmente en la revelación posterior. Ya los targumistas interpretaban la sentencia de Gen 3,19: «Hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste tomado, porque polvo eres y al polvo volverás» añadiéndole la siguiente frase: «Y del polvo tú has de volver a levantarte para dar razón y cuenta de todo lo que has hecho». Pero ha sido la revelación cristiana la que, gracias a la mediación de Jesucristo, ha visto que el final del ser humano no terminaba en la muerte sino en compartir la resurrección de Jesucristo. Y esta perspectiva hace cambiar simultáneamente también la idea del yahvista sobre el dolor como castigo .
En efecto, la redención libra al ser humano de la esclavitud del pecado y con ello también lo libra de la consideración del trabajo como castigo. De alguna manera podemos decir que restaura la nobleza del trabajo que aparecía en el primer relato del Génesis. Cierto que no se suprime el aspecto doloroso, pero ese dolor, como el de la enfermedad y en general de la situación humana, aparece ahora en una perspectiva nueva como unión a la pasión redentora de Cristo. El dolor que acompaña el trabajo es signo de la mortalidad del hombre y, a la vez, semilla de la resurrección futura .

3.- Un Dios como un empresario bondadoso.
La otra cara antropomórfica que nos describen los textos bíblicos es la de Dios como un empresario bondadoso que con su generosidad dignifica al trabajador. La parábola de los ‘obreros enviados a la viña’ (Mt 20,1-16), trasmitida por este solo evangelista, vamos a interpretarla explorando hermenéuticamente el sentido económico presente en el texto.
La perícopa citada se encuentra delimitada, dentro de un marco narrativo muy significativo: le antecede la narración del “Joven Rico” (Mt 19,16-30), joven que queda incapacitado de entrar al reino de Dios por no hallarse dispuesto a dejar su confianza en las riquezas para vivir en la confianza en Dios. Condición necesaria para liberarse de la forma de vida del “tener” y, así, abrirse a la generosidad y al “ser”. Luego, precediendo inmediatamente a nuestra perícopa, le sigue la narrativa del anuncio de la muerte y resurrección de Jesús (Mt 20,17-19).
Guiados por algunos elementos provenientes del ‘análisis narrativo de textos’, resultan significativos los ‘actantes’ principales, tales como: el tiempo que estructura toda la parábola (v.1b, 3ª, 5, 6ª, 8ª, 9ª); los espacios: la viña (v.1b, 2b, 4b, 7b, 8ª), la plaza (v.3b); las relaciones contractuales: el contrato por un denario al día (v. 2, 4b, 7), los obreros cesantes (v. 2, 3, 6, 7), el orden elegido para pagar a los obreros (v.8, 9, 10), la protesta de los obreros que trabajaron todo el día (v. 11, 12), la generosidad del dueño de la viña o empresario (v.15, 16).
Podemos observar que es el dueño de la viña Dios (empresario) el que inicia y cierra el proceso narrativo (v.1, 15). En este proceso nos encontramos con la dimensión relacional que confronta dos actitudes humanas: por un lado, la del empresario generoso, y por otro lado, la visión de los primeros trabajadores asalariados.
La polémica entre el dueño de la viña y los trabajadores de jornada completa, radica en lo que podríamos llamar un conflicto de paradigmas. Los trabajadores apelan a la “ley”, el contrato estipulaba una jornada completa por el costo de un denario. Desde esta perspectiva, es lógico que los que trabajaron menos de una jornada recibieran, como pago, un equivalente porcentual a su trabajo, pero nunca lo mismo que aquellos que realizaron la jornada completa. Mientras que el dueño de la viña actúa movido por el “amor” (la gracia), la generosidad que busca dar dignidad a cada uno de los trabajadores.

3.1.- Dios propone un Sistema Económico con alma o humanizado.
Un actante significativo para contextualizar nuestro texto es la mención del tipo de moneda; se trata del ‘denario’ (del griego deni = diez). Moneda romana de plata y oro, ambas con la imagen del emperador. Desde el siglo II a.C. el denario era la principal moneda del imperio, ella representa lo que solía ganar un jornalero por un día de trabajo.
El evangelista Mateo sutilmente critica el sistema romano, tan conocido por su “pax romana”, paz administrada por el peso de la espada y de la “ley”. Aunque existen polémicas respecto de la precisión de la fecha de composición de este Evangelio, nos inclinamos por situarlo después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., habría sido escrito desde fuera de Palestina, probablemente desde Antioquía de Siria . Roma se había ensañado contra Judá, por la osadía de rebelarse en contra de su poder civilizador, arrasando completamente la región. Como castigo ejemplar, en el 135 d.C., quisieron borrar de la historia al pueblo de Israel, cambiando el nombre de Judá por el de Palestina (filisteo) y obligaron a los pocos judíos, sobrevivientes, a salir del país. Existiendo, inclusive, la prohibición que judío sorprendido en las inmediaciones de Jerusalén sería condenado a la pena de muerte .
El sistema económico imperial romano, solamente podía existir bajo el mecanismo depredatorio de las colonias sometidas . Además, incluyó y perfeccionó el sistema esclavista en sus modos de producción.
La reacción de los obreros de jornada completa reaccionando en la lógica de la ley, ilustra la cosmovisión de la economía romana, la que exigía el máximo de producción de las personas, pero pagaba sólo el mínimo salario. Sabemos que el jornal diario de un denario, apenas le alcanzaba a una familia para sobrevivir. Nadie se hacía rico contratando su mano-de-obra por un denario diario. Por lo tanto, el hecho de que el dueño de la viña pagara igual salario a los jornaleros, que solamente habían trabajado parte del día, no implicaba que estaba enriqueciendo a unos pocos, a costa del esfuerzo y sacrificio de otros muchos. Al contrario, solamente se trataba de una acción dignificadora de la persona humana. Debido a que, en este gesto bondadoso no rigen los criterios retributivos de a tal producción tanto salario, sino que se trata de una cuestión de amor y bondad. Al que trabaja horadamente debe proveérsele de un salario que dignifique su existencia. Aspectos del que carece nuestro sistema económico capitalista neoliberal.

3.2.- Un Salario Ético en un Sistema Económico Humanizado.
El ejemplo de las acciones de generosidad del dueño de la viña, es una pequeña muestra del modelo económico de Dios. Un empresario viñatero que no vive solamente para acumular riquezas, a cambio de la explotación de sus trabajadores. Este empresario busca su trascendencia, a través de la distribución generosa de sus riquezas, riquezas que también son propiedad de los trabajadores que la produjeron.
En el modelo económico de Dios, el empresario, como persona, se relaciona con sus trabajadores, considerándoles como lo que son, personas. No existe una relación sujeto/persona- objeto/cosa, situación que posibilita la explotación del más débil. En esta situación relacional empresario-trabajador no existe el miedo al otro, el otro es persona, por lo tanto tiene dignidad. En este modelo ideal, la economía es efectiva porque permite pagar a todos los trabajadores lo justo y ser generosos con aquellos menos favorecidos, pero, como son personas, merecen ser tratados con dignidad. Es una economía que se auto-sustenta sin miedo a la bancarrota, porque en ella se practica la generosidad. Es decir, estamos frente a un modelo económico de personas, que buscan relacionarse personalmente, dándose mutuamente dignidad.
En este modelo económico podemos vislumbrar que cuando el empresario de la viña dignifica a sus trabajadores, pagándoles un “salario ético”, él también se dignifica, porque se desprende de una parte de sus riquezas. Y este gesto de desprendimiento es lo que realmente lo humaniza. Esto nos trae a escenario el tema opuesto, pero indivisible al salario ético, y éste es el de la “ganancia ética”. ¿Cuánto debe ganar éticamente un trabajador? = ¿Cuánto debe ganar éticamente un empresario? En la resolución de esta ecuación está en juego la humanización y salvación del actual sistema económico.

Conclusión

Como podemos observar la Biblia considera al trabajo y al trabajador con una alta dignidad, la de ser co-creador junto a Dios. Se dignifica tanto la acción productiva del trabajo, así como la dimensión del ‘acto’ del trabajo como instancia que da sentido a la vida. Pero además, Dios es considerado – metafóricamente, tanto como trabajador así como empresario; indicándonos que ambas dimensiones implicadas en el trabajo son instancias que apuntan hacia la dignificación de la persona humana.